Leonardo da Vinci fue otro de estos polifacéticos inventores que dejó su huella en todos
los campos que pudo, dentro y fuera de las ciencias.
Compartió lo que
realmente es el espíritu de las ciencias, ese afán por nuevos
conocimientos, por encontrar soluciones a los problemas que aquejaban a
sus coetáneos y por dejar registro de sus invenciones. Además de pintar
maravillosas obras de arte, da Vinci, totalmente adelantado a su época
creó numerosos artefactos relacionados con el vuelo, el automovilismo y
la guerra, entre muchos más.
Leonardo nació en 1452 en la villa toscana de Vinci, hijo natural de
una campesina, Caterina (que se casó poco después con un artesano
de la región), y de Ser Piero, un rico notario florentino. Italia era
entonces un mosaico de ciudades-estado como Florencia, pequeñas
repúblicas
como Venecia y feudos bajo el poder de los príncipes o el papa. El
Imperio romano de Oriente cayó en 1453 ante los turcos y apenas
sobrevivía
aún, muy reducido, el Sacro Imperio Romano Germánico; era una época
violenta en la que, sin embargo, el esplendor de las cortes no
tenía límites.
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